El 1° de agosto, fecha en que se inicia la temporada de lluvias o el fin de la época seca, los pueblos originarios celebran el Día de la Pachamama porque la Madre Tierra nutre, protege y sustenta a los seres humanos.
El día que recuerda la íntima conexión del ser humano con su entorno, el mundo natural. Las sociedades y comunidades originarias, que habitan este continente desde hace más de 3.000 años, encontraban en la naturaleza y sus elementos la respuesta a sus inquietudes y la unión con el todo. Cada 1° de agosto se llevan a cabo distintas ceremonias y rituales en distintas partes de Latinoamérica para agradecer a la “Madre Tierra” por su protección y providencia, que se extienden a lo largo de todo el mes.
Según la lengua quechua, “Pacha” significa “mundo” o “tierra”: la “Madre Tierra”, algo similar a lo que el pueblo mapuche denomina Ñuke Mapu, aunque existen algunas diferencias con la cosmovisión del pueblo de la Araucanía. La Pachamama es vista como una deidad en la que muchos pueblos andinos depositan su fe y agradecimiento por todo lo que la naturaleza provee. Las comunidades como la quechua o aymara ven en la Madre Tierra a la diosa de la creación, aquella que sostiene la vida en este planeta, que provee lluvias para que crezcan los cultivos y aires que refrescan el alma. La cosmovisión de estos pueblos puede verse, hoy actualizada, como un llamado de atención a la sociedad actual ante tanto olvido del único hogar. O como dice el Papa Francisco: “la casa común”.
En el norte de Argentina se concentran la mayoría de los festejos y las ceremonias. Es una de las áreas del país que más vívidamente conserva estas costumbres ancestrales, ligadas a culturas prehispánicas, que lograron sobrevivir a la occidentalización tras la conquista española: hoy existen, en Argentina, por lo menos 35 pueblos originarios oficialmente reconocidos que representan a más de 400 mil personas, según la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas del INDEC. En este sentido, la Pachamama tiene un significado muy profundo.
La jornada se inicia con la “corpachada”, donde se rinde culto a la madre tierra y se brindan ofrendas. Los originarios cavan un hoyo en la tierra y depositan alimentos, bebidas y hojas de coca.

Los pueblos originarios agradecen a la madre tierra.
La celebración recorre nuestra historia y hoy encuentra a las comunidades indígenas habitando diversos territorios, algunos lejanos de sus primitivas Pachas, pero en cada nuevo sitio continúan manteniendo viva la práctica de las ceremonias y cantos ancestrales.
Para sacar las malas energías y comenzar el nuevo ciclo, el humo forma parte del proceso de purificación. Se hace con muña muña, incienso, mirra o sándalo. Se debe sahumar el hogar, el espacio de trabajo y las personas más cercanas en los afectos.
Luego de sahumar, las familias se dirigen a los corrales. Allí colocan pompones de colores a los animales, ello se denomina “la enflorada”. Después de pedir por prosperidad para el ciclo que se inicia, comienza “la señalada”, que consiste en marcar los bordes de las orejas del ganado. De este modo pueden reconocerse los animales cuando se mezclan en los cerros.

Día de la Pachamama: la celebración de los pueblos originarios.
Qué es la Pachamama
En primer lugar la Pachamama es una deidad a la que se le rinde tributo. La Pacha refiere al espacio-tiempo de lo perceptible: el aire, la humedad, el calor, el sonido, la luz, los animales, los vegetales, los minerales, los seres humanos, entre otros.
Todo es parte de un todo o mundo que nos nutre y alimenta con agua, aire, fuego y tierra (naturaleza), cumpliéndose así la función cuasi maternal.
Según la cosmovisión indígena, este conjunto entre la naturaleza y el ser humano es lo que constituye la Pachamama. La “Pacha” es la poderosa Madre Tierra, símbolo de fecundidad, y “Mama” es la madre.

fuente: infobae y lv12