Un insólito concurso se desarrolla en Japón hace más de cuatro siglos. Luchadores de sumo suben a un ring con bebés en sus brazos, y los sacuden con el objetivo de hacerlos llorar. El que lo hace más fuerte, es el ganador.
Según la tradición nipona, que los nenes lloren hace que crezcan más sanos y estén protegidos del mal.
En la ceremonia participan 160 bebés. Para los pequeños más valientes, usan unas máscaras con el fin de asustarlos.