Argentina está en “riesgo medio” de sufrir un brote de fiebre amarilla, debido a que la reactivación de la enfermedad en Brasil durante el último año “puede generar la reintroducción en Argentina” del virus, en donde existe el mosquito transmisor, alertó el titular de Médicos del Mundo para América Latina y el Caribe, Gonzalo Basile. Ayer el zoológico y el Jardín Botánico de la ciudad de San Pablo fueron cerrados luego de que un mono muriera a causa del virus, aunque el ministro de Salud de Brasil aseguró de que la situación está “bajo control”. En diálogo con PáginaI12, la coordinadora de la Dirección de Fauna Silvestre y Conservación de la Biodiversidad del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Social (MAyDS), Paula González Ciccia, señaló que este año la Dirección profundizó la tarea del monitoreo de monos aulladores en la zona de frontera para verificar la penetración del virus y apuntó que, por el momento, “no hay ningún dato confirmado de fiebre amarilla”.

“Planteamos que la alerta epidemiológica de Brasil, que viene desde diciembre de 2016 y ya tiene unos 820 casos confirmados y más de 280 muertes, es un escenario de riesgo para la región latinoamericana y puede reintroducir la enfermedad en Argentina”, advirtió Basile. El especialista indicó que Brasil actualmente “tiene tres estados demográficamente muy importantes con casos”. “La situación en Brasil nos pone en una alerta sobre el escenario epidémico, porque cualquier argentino que circule en determinados estados de Brasil puede luego reintroducir la fiebre amarilla”, agregó.

La muerte de un mono por fiebre amarilla ayer en el barrio paulista de Jabaquara y el cierre del zoológico y del jardín botánico, ubicados en esa zona, significó una nueva alarma sobre la situación de la epidemia en esa región. El ministro de Salud de Brasil, Ricardo Barros, afirmó que la situación estaba bajo control, pero consideró de “alto riesgo” no vacunarse en las zonas con ecosistemas en alerta, como el estado de Río de Janeiro, San Pablo y Bahía. Según los datos registrados por la cartera, desde julio unas 20 personas murieron por esa enfermedad y hay unas 81 personas contagiadas con el virus.

Uno de los factores que hacen que Argentina sea vulnerable a un brote es que, según Basile, “el mosquito circula desde el sur de Estados Unidos hasta la provincia de La Pampa”. Además, alertó que “la reintroducción del virus en contextos urbanos densamente poblados puede generar rápidamente una tasa de ataque importante”. Más allá de la introducción de la enfermedad por medio de turistas, el especialista destacó que también existe el riesgo de la entrada del virus por “las poblaciones de frontera, en donde está el vector”.

Por este motivo, la Dirección de Fauna Silvestre y Conservación de la Biodiversidad reforzó este año el monitoreo en las provincias de Corrientes y Misiones. “La red de detección temprana de fiebre amarilla se puso en marcha el año pasado cuando se reactivó el brote en Brasil y este año la ampliamos. Se trata de un trabajo en conjunto entre el MAyDS, el de Salud y el Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (Ceiba), que consiste en la vigilancia sobre el deceso de los monos y el estudio de su comportamiento, que puede verse alterado a causa de la enfermedad”, dijo a este diario González Ciccia.

“Es necesario aclarar que no existe el contagio por medio de los monos; parte de la campaña es evitar que se los mate por creer que son los que contagian el virus. La única forma de transmisión es por medio de picaduras de mosquitos, que afectan tanto a personas como a monos. Los monos actúan como centinelas; son más sensibles al virus, por eso cuando aparecen muertos es una alerta de que el virus está en la zona, aunque aún no se haya registrado contagio de personas”, explicó luego. Para la coordinadora de la Dirección, “la situación no parecería ser peor que el año pasado. Quizá la diferencia es que el año pasado apareció recién después de carnaval y ahora en diciembre, antes del viaje de muchos argentinos”. De todas formas, González Ciccia indicó que la idea es “extender el monitoreo con un trabajo en conjunto con otras provincias y parques nacionales”, para poder “prevenir una epidemia, en caso de que se detecte un caso. Por ahora no se detectó ninguno”.